13, AGOSTO 2018
- tabatabandin
- 13 ago 2018
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 21 nov 2018
Reafirmar la existencia reacomodando el librero.
Me he perdido a mí misma mil veces, y no me he recuperado ninguna.
Siempre lo intento, busco maneras de volver a mí, a lo que soy en el fondo,
no a ésta costra que se presenta usando mi nombre y mi lápiz labial.
Sí, sigo dando por hecho que soy más que esto,
pero las dudas respecto a eso crecen cada día más.
Qué agonía existir en el imaginario... y en uno al que nadie tiene acceso.
La existencia se limita a lo tangible, y yo soy siempre ese momento previo a suceder,
soy esa palabra que tienes en la punta de la lengua y nunca logras pronunciar,
acompañada de la frustración punzante que causa no poder hacerlo.
Siempre es la misma rutina, me quedo en mi cama viendo fijamente hacia la nada preguntándome a dónde fue a parar mi gracia y todo lo que he aprendido estos años;
paso un par de horas pensando que éste cuerpo aletargado no me representa
y decido hacer algo al respecto, me levanto bruscamente y tomo la escoba,
tiro cada objeto que poseo al piso con la intención de acomodarlo después
y dar así un sentido a mi vida: me parece obvio,
la culpa de mi existencia fallida recae en la incapacidad que tienen las cosas de ordenarse armoniosamente... la clave está ahí, aquí, en ésta casa con los pedazos
de todo lo que quise ser regados por ahí.
”Reacomodar lo que tengo a la mano es mi forma de retomar el control sobre mi entorno,
y sobre mí misma” me lo repito ingenuamente una y otra vez.
...Sí, la clave está ahí, entre los libros desacomodados; una vez que las pastas duras se encuentren acomodadas por tamaños, mi vida volverá a tener sentido.
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